miércoles, 11 de diciembre de 2013

Oscuridad.

Oh, ahí sentada está, no te mira, no se mueve, no respira... Bajo aquellos ojos que una vez te observaron con atención y disimulo hay pequeños indicios de que algo no va bien, de que deberías preocuparte, de que su vida ya no es como antes. Alarga el brazo, llamándote, pidiéndote que agarres su mano una vez más.
Todo indica que hay algo que poco a poco está devorando su inocencia. Ya no es la misma, ha cambiado.
Sus pálidos labios se curvan formando una diabólica sonrisa, "Te quería" susurra. En ese momento, algo dentro de ti cruje, se abre una grieta en el muro que lentamente habías construido para olvidar. Tus recuerdos, desagradables, oscuros y fríos, intentan abrirse paso, intentan destrozarte otra vez.
Risas, besos, abrazos bajo la lluvia. Fue tu primer amor, aquel que dicen que no se puede olvidar jamás, ese. El mejor de todos, el más puro, el más inocente. Felicidad, amistad, complicidad. Intensas emociones. Algo salió mal, algo se rompió ¿fuiste tú? ¿fue ella? ¿que os ocurrió?
Ah, ya. Te dejaste arrastrar, dejaste que algo te separase de ella, pero... ¿qué era? Todo se vuelve blanco, el suelo se abre y comienzas a caer, a descender por una profunda cañería hacia la desesperación. Fue algo oscuro. Tu mundo está destrozado, tu mundo ya no existe, ella era tu mundo.
Luchaste por recuperarla, intentaste buscarla... ella se había ido. Todo se desplomó, no quedó nada.
Tu vida iba marchitándose. Médicos, psicólogos, psiquiatras... Nada, nadie consiguió nada. Seguías roto, seguías sin vivir. Respirabas, pero no sentías nada.

La verdad, es que aunque muchos te dijeron que te ibas recuperando, tu seguías sonriendo forzadamente. Decían que estabas bien, que la tormenta había pasado, que todo volvía a ser como antes. Todos estaban equivocados, hablaban sin conocer.
Entonces, te das cuenta de que todo, todo, se resume en las cicatrices que llevas en tus brazos. En tus largos periodos en el hospital. En las expresiones al verte de las personas que conocen tu historial. Pena, eso es lo que les produces.
Decides coger su mano, apretarla fuertemente mientras las heridas de reabren y poco a poco todo tu ser sale de tu inmundo cuerpo, derramándose en el suelo. Todo está rojo. Sonríes. Cierras los ojos y  todo se vuelve negro.

Oh, ahí sentada está, te está mirando, se mueve, respira...
Te sonríe como solía hacerlo.
Te ama como solía hacerlo.

1 comentario:

  1. Es preciosa, sentida... Muy bien escrita.
    http://mividadespuesdelacantilado.blogspot.com.es/

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